Don Claudio nació en 1947, en una comuna pescadora de la provincia de Santa Elena. En su juventud trabajó como pescador y agricultor junto a su familia, finalmente formando un hogar con su esposa Rosa y sus hijos en la región.
Don Claudio ha sufrido problemas psicológicos a lo largo de su vida; en algunas entrevistas describe varias crisis y periodos en hospitales psiquiátricos, en particular, en el instituto Lorenzo Ponce en Guayaquil. Sin embargo, según sus propios relatos y los de sus familiares, en los últimos veinte años, su salud mental ha empeorado notablemente, después de que su esposa se marchó y más intensamente luego de las muertes de sus dos hijos adultos, Enrique en 1999 y Javier solo unos años después. Ambos fallecieron en la casa de Don Claudio y en su sola presencia.
Las circunstancias similares de las muertes han causado que muchos en la comuna sospechen de Don Claudio y de la posibilidad del asesinato; los familiares con los que hablé confirmaron estas sospechas, que se ven agravadas por la aparente ineptitud en las investigaciones policiales resultantes (de hecho, a Enrique nunca se le realizó una autopsia).
Como resultado, Don Claudio es tratado como un paria dentro de la comunidad y comúnmente es conocido como "El Loco Carlos" y "Carlos", tal vez una versión errónea de su nombre real. Tan omnipresente es la convicción de la culpa de Don Claudio, que incluso han aparecido leyendas locales, que, a través de una mezcla de folclore colonial y latino, parte hombre lobo, parte llorona, describen el por qué́ Don Claudio supuestamente mató a sus dos hijos: bajo la maldición de la luna llena, fue transformado por una ira infanticida incontrolable. Esta historia me la contaron varios de la comuna, sin inmutarse por el hecho de que Don Claudio nunca ha sido arrestado por algún delito, ni que las investigaciones oficiales de la policía determinaron causas naturales como los motivos de las muertes.
Don Claudio pasa la mayor parte del tiempo solo en su casa, que conserva anacrónicamente con meticulosa nitidez. Sus enfermedades hacen que la interacción humana se limite principalmente a las visitas a la casa de su hermana, donde come sus comidas diarias. Su tiempo lo dedica a hacer cruces con flores, hojas y materiales desechados, que cuelga y erige por toda su casa para alejar a los espíritus malignos y la muerte misma.
En las entrevistas concedidas, Don Claudio relata su vida en fragmentos compuestos por fantasías supersticiosas, canciones y hechos vividos. Frecuentemente salta de conversación a serenata, con una sola palabra en la conversación conduce a una canción con letras y temas similares sin previo aviso.
El pasillo Ecuatoriano, nuestra melancólica música nacional, es el género exclusivo de las abruptas serenatas; estas "Corta-Venas" que "expresan el alma del público ecuatoriano" (Instituto Nacional de Patrimonio Cultural) a menudo tratan sobre traiciones, amor no correspondido y abandono matrimonial. Don Claudio los utiliza para expresar su dolor y frustraciones, pero también para ilustrar recuerdos y sentimientos menos amargos, como orgullo patriótico y amor por su esposa.







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